No sabia cómo comenzar esta publicación, llevaba 3 días escribiendo y borrando. No quería escribir lo mismo que en otras entradas que ya he publicado donde digo que los lugares son mágicos o que me encantan.
Y es verdad muchos lugares me han encantado y se me hacen mágicos porque en algunos casos me transportan a otros mundos o simplemente me gustan mucho, pero del lugar del que quiero escribir en esta ocasión fue mas que mágico para mí. Realmente me hizo sentir que yo ya había estado allí.
Como si en otra vida hubiera vivido en ese lugar o algún antepasado hubiera estado en aquella ciudad y mi memoria genética se hubiera manifestado. No lo sé.
No es que me acordara del nombre de las calles o que supiera la distribución de la ciudad. Eso no me paso, pero sí experimente un sentimiento de pertenencia. Nunca lo había sentido y nunca lo he vuelto a sentir.


Este lugar es Peñiscola un lugar que no sabía de su existencia hasta que llegue allí. Con calles blancas y el mar Mediterráneo de fondo. Lo más interesante de allí es el castillo de Papa Luna que esta en el lugar mas elevado del peñón donde se encuentra la ciudad.
Para subir al castillo es un poco cansado pero vale la pena por las vistas que tiene. Y con referencia a las vista, la guía nos iba diciendo que la leyenda cuenta que los templarios habían ocultado un tesoro en el castillo; mismo que nunca pudieron encontrar.
También nos dijo que la que creen era la habitación del Papa había una ventanilla con una vista del Mediterráneo y es tan bonita aquella vista que a lo mejor él decía que ese era su tesoro. Las vistas que tiene el castillo son maravillosas.


El castillo lo construyeron los temporarios alrededor del 1300 y esta muy bien conservado, la entrada recuerdo que me costo 5 euros pero no tenían guía que nos explicara un poco la historia del castillo. Pero aún así disfrute mucho el recorrido.

Luego del castillo camine por las calles blancas y azules de la ciudad. Estas calles me hicieron recordar a las islas griegas, que no he visitado pero he visto muchas fotos.
Posiblemente, si es que existe la reencarnación, yo estuve allí en otra vida y por eso la vibra de la ciudad me genero un sentimiento de pertenencia. O tal vez sólo quede conmovida por las historias que nos contó la guía acerca de la ciudad y de su personaje principal el castillo del Papa Luna, donde los templarios vivieron y seguro planearon cosas importantes que trascendieron a la historia.
Peñiscola sin lugar a dudas se quedo dentro de mí para el resto de mi vida.


Al día siguiente amanecimos en la ciudad de Valencia. El autobús paso por nosotros a los hoteles dónde nos hospedaron y muy temprano para llevarnos al centro de la ciudad. Lo primero que vimos fueron las murallas que dividen a la ciudad vieja del resto y obvio entramos al centro que es dónde están algunos de sus principales atractivos.
En esta ciudad, a diferencia de Peñiscola no me sentí muy a gusto. De hecho fue la ciudad que menos me gusto de todo lo que vi de España. No sé, tal vez aquí (volviendo al caso de mí reencarnación) la pase mal en mi otra vida y por eso no me sentí tan bien en la ciudad de Valencia.


Pero aunque no me sentí tan a gusto en este ciudad, sí tengo dos cosas que puedo rescatar de la misma y es que visite por fuera el antiguo palacio de los Borja o Borgia y también que en esta ciudad es donde mejor comí de todo el viaje.

Recuerdo que pedí una tapa con huevo roto y jamón serrano que me supo deliciosa y de postre me compre un helado.
La verdad es que de Valencia no recuerdo mucho, tal vez por que no me conquisto como Peñiscola o Barcelona, pero aun así agradezco haberla conocido.


¡Hermoso lugar!
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